No existe tercera vía
Mario Diego Rodríguez – 6/12/2025
Cuando la principal actividad del Gobierno consiste en llevar la legislatura a su termino, haciendo promesas que no cumplen, o cuando esas promesas se convierten en leyes o decretos ley que tardan en aplicarse o no se aplican, cuando el único programa del PP y Vox es “apártate para que nosotros podamos ponernos”, cuando el debate público está dominado por temas en los que dicho público no se reconoce o no siempre, cuando nos enredan con el rearme y su retórica belicista, convendría recordar a que clase pertenecemos.
Con certitud, puedo afirmar que no pertenecemos a la compuesta por las 32 personas mil millonarias “españolas” que acumulan 213.100 millones, según UBS; ni a la de Amancio Ortega, que sigue siendo el más rico de las 32 puesto que atesora en sus arcas el 58,2% de la riqueza acumulada por dichas personas. Lo que, una vez recordado a que clase pertenecemos, también sería bueno recordar gracias a quien tales fortunas llenan las cajas fuertes de dichas personas.
Cualesquiera que sean las proposiciones que el Ministerio de Trabajo plantee a la CEOE, proposiciones que muchas veces no salen del marco de lo que ya existe en algunas empresas por Convenio, como la reducción de las horas de trabajo semanales, el aumento del SMI, el control de las horas extras no pagadas —que digan lo que digan y quienes lo digan, se siguen haciendo sin ser pagadas— o la última a propósito de la ampliación de los permisos por fallecimiento de un familiar directo, la respuesta de la patronal es siempre la misma: “son inasumibles”.
En tal contexto marcado por la aceleración de la evolución reaccionaria y además en crisis y en guerra, las ideas de seguridad, nacionalistas y xenófobas se banalizan. Y no es únicamente el auge de la extrema derecha representada por Vox el causante de esta situación. Las contorsiones de los partidos de izquierdas en las instituciones utilizando como argumento “mejor una coalición aunque sea con el PP —cosa imposible porque el PP no está dispuesto a ello— o los independentistas, aunque sean de derechas, que una coalición PP y Vox gobernando”, también tiene su parte de responsabilidad.
Año tras año, los analistas políticos, periodistas e incluso los propios políticos nos hablan de la crisis en la que se encuentra la democracia. Lo que olvidan de decirnos es que están desprestigiados y tienen muchas dificultades para seguir engañándonos. Los abstencionistas están ahí para atestiguarlo. En realidad, ahí también nos están mintiendo. Lo que muchos de entre nosotros olvidan, es que la democracia burguesa dejó de existir una vez que el imperialismo capitalista impuso su dictadura económica.
Apoyándonos en esta realidad debemos avivar y difundir la consciencia de clase; de que la sociedad está dividida en explotadores y explotados; de que sea cual sea el régimen, quienes nos gobiernan no son nada más que los biombos detrás del que se esconden los primeros; de que las fronteras no separan a nacionales de extranjeros, a blancos de negros, a hombres de mujeres, sino a quienes poseen los medios de producción de quienes carecen de ellos, siendo, no obstante, estos últimos quienes los utilizan.
Lo más importante, es que nuestra clase no solo es una clase oprimida y explotada, sino la única fuerza potencialmente revolucionaria que una vez organizada, dispuesta a liderar y generalizar toda lucha social parcial para convertirla en lucha política, puede transformar la sociedad.
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