¿Payasadas?... No, capitalismo

 

Mario Diego Rodríguez - 01/12/2025 

Después de que el joven musulmán adepto del ideario de Bernie Sanders, Zohran Mamdami, haya ganado la alcaldía de New-York, la ciudad más grande de Estados Unidos, Trump ha movilizado hasta el último de los grupos más reaccionarios de todo el país; formado por supremacistas blancos, fundamentalistas evangélicos, escépticos del cambio climático y detractores del aborto y la homosexualidad. A pesar de haberle tildado de comunista, Mamdami, no tardó en establecer contactos con los principales líderes y valedores financieros neoyorquinos.

Como no podía ser de otra manera, el hecho de haber sido tildado de comunista por Trump, Mamdani, se convirtió en el nuevo héroe anti-Trump, principalmente para los partidos de la izquierda institucional en España, como había sido el caso anteriormente con la elección de Obama. Quizás, esta victoria podría revitalizar al Partido Demócrata haciendo olvidar que su política, al fin y al cabo, se diferencia muy poco de la de los republicanos, ya veremos. Lo que es evidente, es que la victoria de Mamdami, permite a Trump de continuar con su demagogia.

No son a pocas personas, que al igual de algunos personajes de dibujos animados, les salen los ojos de las órbitas o se frotan las orejas cuando encienden la radio o la televisión para estar al tanto de las novedades y ven u oyen las gesticulaciones o discursos de Trump. La manera elegida por este personaje para gobernar, se asimila a los sketches que los humoristas comparten con nosotros en sus espectáculos.

Este ha convertido sus numeritos diarios en su manera de gobernar, pero a diferencia de los humoristas no nos hace reír. No nos dejemos distraer por el espantapájaros; en la sombra que proyecta, —a pesar de que él también defiende sus propios intereses— se esconde la burguesía estadounidense la más rancia y cínica, utilizando su brutalidad y agresividad para imponerse al mundo.

Las tomas de posición de Trump, a veces contradictorias e incluso sobre las que tiene que “retroceder”, pueden parecer a las de un analfabeto inculto, pero dista de ser el caso, su objetivo consiste en intensificar la supremacía del imperialismo estadounidense en el mundo. A la burguesía estadounidense le gusta manejar la política de la zanahoria y el palo, lo que explica a la vez, las ilusiones de muchas capas de la sociedad y el desconcierto ante el vaivén de sus tomas de posición.

Tanto en la primera elección como en la segunda, Trump encontró militantes entre los numerosos grupos o asociaciones de extrema derecha que desde la época del Klu klux Klan han ido saliendo a la luz patrocinados por una parte de la burguesía: desde las iglesias evangélicas creacionistas reaccionarias militando para prohibir el aborto, o proscribir de las bibliotecas públicas todo libro o publicación que no vaya en su sentido, hasta los supremacistas blancos y los que quieren acabar con todo el sistema de ayuda social.

Matizando la prosa literaria llevada a cabo en España, su implantación militante en las clases populares sigue siendo marginal, su auge y publicidad emana principalmente de los apoyos de una parte de la burguesía y de sus afines en los medios de comunicación que le proporcionan la posibilidad de alcanzar una audiencia masiva.

Una fracción entera de la población estadounidense representando millones de personas subsisten en la miseria viviendo de trabajos ocasionales y mal pagados, teniendo como consecuencia que en el país más rico del mundo, la esperanza de vida retroceda y eso desde hace diez años.

Nada extraño a que en unas elecciones en las que se oponen dos partidos políticos dirigidos por líderes procedentes de las mismas universidades elitistas, los electores de la clase trabajadora acaben, a pesar de que una parte hayan votado por Trump, absteniéndose; estos últimos representan 40% de los electores.

Mientras en Estados Unidos, pero también en cualquier país en el que domina el capitalismo, la clase trabajadora no reaccione para derrocarlo, siempre habrá un mesías salvador trabajando para la burguesía; bien sea utilizando el sistema supuestamente democrático o cuando esto sea imposible debido a la toma de consciencia por parte de la clase trabajadora, mediante un autoritarismo reaccionario o, si este no funciona, una dictadura.

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